viernes, 21 de septiembre de 1984

DÍA 5-1984

Son las dos de la mañana del 21 de septiembre. Está oscuro, apenas una luz que proviene del baño y que llega difusa a mi habitación, alumbra mi máquina de escribir. No pude sentarme a escribir en todo el día. No pude concentrarme. Ni siquiera recuerdo qué hice las últimas horas. Qué ganas de hablar con Carlos, qué estará pensando. Seguro se le entumeció el cerebro, todo el día, como a mí. Una colmena sustituyó su cabeza, y un enjambre de abejas histéricas habitaron sus tímpanos, todo el día. Sí, seguro. Seguro está escribiendo en este momento, como yo. Cómo lo extraño, en fin. Cuando nos reencontremos vamos a pasar infatigables noches hablando, sobre muchos temas, sobre sus libros y discos, sobre cómo dialogaba con él a través de ellos. Quiero que sepa cómo me ayudó, quiero que vea cómo estoy ahora, cómo soy ahora, en gran parte gracias a él. Y quiero preguntarle si sabía, si sabía que la gente desaparecía.
Esta mañana me desayuné con la siniestra noticia de que todos los rumores que escuchaba eran ciertos, y quedé petrificado. Oficialmente hay desaparecidos por el Estado en Argentina. Como nueve mil personas, según el informe de la CONADEP, no están. Están en el aire. ¿Por qué no le dicen asesinados en vez de desaparecidos? 50 mil hojas que chorrean sangre espesa, con los testimonios de las personas que quedaron vivas.
Afuera llueve, está horrible la noche, no podía ser de otra forma, por lo menos para mí, que me cayó con un balde de agua helada esta noticia. Qué hace mi tía, cómo puede estar durmiendo tan tranquila. Y mi viejo, qué estará haciendo. Y mi vieja, mi vieja…
Ahora cae granizo. Cae contra las chapas de la casa y suenan como mil martillos, mil martirios en mi cabeza.
Y yo, ¿qué debo hacer? ¿Debo involucrarme, debo contribuir con mi “granito de arena” a la sociedad? Toda una vida armándome un mundo paralelo en mi cabeza, y ahora… ¿Por qué no me termino de convencer? Hoy me siento una porquería.

Nunca tuve certezas, nunca me interesaron de hecho, pero hoy más que nunca me gustaría tener una, solamente una; y nada más.
En un día como hoy, siento que debería escucharse Los Dinosaurios de Charly García.

Manuel Sacchi