Cuántas luces en Los
Ángeles, no quiero ser pesimista, pero seguramente va a encandilar a Argentina
en estos Juegos Olímpicos. Con el escaso apoyo estatal que le han dado al
deporte, no hay que ser un gran analista para prever esto. Los últimos Juegos,
en Moscú, directamente no participamos, los pasamos de largo. Y los anteriores,
bueno mejor no hablar de los anteriores. Yo en realidad era muy chico. Tal vez
el país estaba ocupado en otras cosas. No lo sé con precisión. Igualmente, no
es que mucho me interese. Me resulta extraño ese aglutinamiento, esa unión que
de pronto aparece como un gran tentáculo que junta a todos debajo de una sola
bandera. Esto ya lo viví. Porque, ¿cuántas banderas hay en realidad? Unas
cuantas. Por otro lado, es lindo el deporte. Es lindo cuando es una excusa para
juntarse entre cervezas y picadas con amigos, como tengo organizado hacer esta
semana en la casa de Juan, un nuevo compañero de la Facultad que me invitó
junto con otros del curso, pensando que estaba entusiasmado con los Juegos.
Pero en realidad, había hecho un comentario sobre Ricardo Ibarra, el abanderado
argentino, para meterme un poco en el tema de conversación.
Hay que distraerse un
poco. Sí, espero que le vaya bien a Argentina, a pesar de todo. Pero lo dudo.
De lo que estoy convencido es que hay que relajarse. Sí, hay que relajarse y
dejarse de embromar. Aunque… viendo la ceremonia de inicio, no parecen nada
relajados los muchachos. Más bien, persiste en su cara una expresión
rigurosamente constipada. Hay que entenderlos también, se prepararon toda una
vida para este momento, y ese momento llegó. ¿Y si les sale mal? Claro, con
razón, yo también estaría así. Imaginate toda una vida, todos los días con una
sola cosa en la cabeza: este momento. Día, noche, mañana y tarde entrenándote,
sacrificándote, esforzándote. Disciplina y perfección para ser el mejor, el
mejor para la patria. Pensándolo bien, cuántas coincidencias con el fascismo
que tiene el deporte. Pero volviendo a los hombres y mujeres, a esos individuos
que hoy tienen la camiseta celeste y blanca, que tanto se rompieron el lomo
para que nosotros disfrutemos con cervezas y picadas una semana, y los
recordemos para bien o para mal durante una sola semana; espero que les vaya
bien. Vamos Argentina, carajo.
Manuel Sacchi
- Fuente de fotografías: Biblioteca Digital de Universidad de
Alcalá