miércoles, 14 de marzo de 1984

DÍA 4-1984


Cuántas luces en Los Ángeles, no quiero ser pesimista, pero seguramente va a encandilar a Argentina en estos Juegos Olímpicos. Con el escaso apoyo estatal que le han dado al deporte, no hay que ser un gran analista para prever esto. Los últimos Juegos, en Moscú, directamente no participamos, los pasamos de largo. Y los anteriores, bueno mejor no hablar de los anteriores. Yo en realidad era muy chico. Tal vez el país estaba ocupado en otras cosas. No lo sé con precisión. Igualmente, no es que mucho me interese. Me resulta extraño ese aglutinamiento, esa unión que de pronto aparece como un gran tentáculo que junta a todos debajo de una sola bandera. Esto ya lo viví. Porque, ¿cuántas banderas hay en realidad? Unas cuantas. Por otro lado, es lindo el deporte. Es lindo cuando es una excusa para juntarse entre cervezas y picadas con amigos, como tengo organizado hacer esta semana en la casa de Juan, un nuevo compañero de la Facultad que me invitó junto con otros del curso, pensando que estaba entusiasmado con los Juegos. Pero en realidad, había hecho un comentario sobre Ricardo Ibarra, el abanderado argentino, para meterme un poco en el tema de conversación. 

Hay que distraerse un poco. Sí, espero que le vaya bien a Argentina, a pesar de todo. Pero lo dudo. De lo que estoy convencido es que hay que relajarse. Sí, hay que relajarse y dejarse de embromar. Aunque… viendo la ceremonia de inicio, no parecen nada relajados los muchachos. Más bien, persiste en su cara una expresión rigurosamente constipada. Hay que entenderlos también, se prepararon toda una vida para este momento, y ese momento llegó. ¿Y si les sale mal? Claro, con razón, yo también estaría así. Imaginate toda una vida, todos los días con una sola cosa en la cabeza: este momento. Día, noche, mañana y tarde entrenándote, sacrificándote, esforzándote. Disciplina y perfección para ser el mejor, el mejor para la patria. Pensándolo bien, cuántas coincidencias con el fascismo que tiene el deporte. Pero volviendo a los hombres y mujeres, a esos individuos que hoy tienen la camiseta celeste y blanca, que tanto se rompieron el lomo para que nosotros disfrutemos con cervezas y picadas una semana, y los recordemos para bien o para mal durante una sola semana; espero que les vaya bien. Vamos Argentina, carajo.



 Manuel Sacchi


  • Fuente de fotografías: Biblioteca Digital de Universidad de Alcalá 


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