Le gane una carrera al tiempo. Cinco minutos antes de que la
aguja militar del despertador llegue a las ocho, la puerta del baño se cerró,
un perro de afuera ladró, y desde la ventana un rayo amarillo se depositó en mi
frente. Entonces desperté. Desperté de un salto, enérgico, y fui corriendo al
baño. Me meaba. Pero estaba la tía, la tía Laura. Que no salía, y no salía.
Entonces quise pensar en otra cosa, me despisté, y caminé por la casa. Sobre la
mesa del comedor, estaba el diario La Arena y la revista Gente. Más adelante,
sobre un mueble está la televisión. El sábado a la noche, vi un programa
en canal 13 de un tal Juan Alberto Badía, se llamaba “Badía y compañía”, donde
se presentaba una banda, Spinetta Jade, que tocaba “El anillo del capitán Beto”. A los costados, dos sillones individuales pero grandes,
cubiertos de una tela blanca. Me olvidé que me meaba y de pronto apareció mi
tía que me miró con ojos de huevo frito, y recordé. Salí corriendo y llegué,
triunfante. Ah!
Me lavé los dientes, volví a mi habitación naturalmente para
hacer la cama, me cambié, y cuando llegué al comedor el desayuno ya estaba
preparado: dos cafés con leche y dos rhodesias. Ella estaba sentada, mirando el
líquido marrón de la taza.
- ¿Qué vas a hacer hoy?
- Hoy arranco la facultad. La carrera de letras.
- Ya sé que viniste a estudiar letras, no vivo en una
burbuja, Manuel.
No dije nada, tomé un sorbo de café, y entonces retomé:
- Y vos, ¿qué vas a hacer hoy?
-Metete en tus asuntos-, dijo y comió un poco de
rhodesia- Y hablando de eso, en la facultad no te
metas en líos, mejor quedáte en el molde. No quiero problemas.
- Problemas de qué-, pregunté- Y no, en qué me voy a
meter…
-Yo sé por qué te lo digo, me dijeron que hay quilombo.
-Bueno… igual empiezo al mediodía. Ahora voy a caminar
un poco para recorrer la ciudad.
-Lleváte abrigo, hace frío. No sea cosa que te enfermes.
Manuel Sacchi
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