martes, 23 de abril de 1985

DÍA 8-1985

fuente: teaydeportea.edu.ar

Ayer comenzó el juicio a las juntas militares. Espero que no dure mucho tiempo, la justicia es muy lenta en este país. Leí por ahí que este proceso es histórico en comparación al resto de los países, no solo de la región sino del mundo.

La verdad es que no sé bien qué sentir. Este último año en Santa Rosa me llevó a enterarme cosas realmente fuertes y empiezo a entender la gravedad del asunto. Es decir, yo escuchaba los comentarios que se hacían, me acuerdo de algunos revuelos en Jacinto Arauz, pero nunca le di bolilla. Me acerqué al libro "Nunca Más" que tiene el informe de la Conadep, y estoy bastante impresionado. ¿Qué estábamos haciendo cuando pasaban todas esas atrocidades en el país?

Parece que uno piensa y siente según lo que le dicen en un momento determinado. En casa siempre bajo la figura de mi viejo nunca pensé en nada que no fuera el campo y mis libros ¿Por qué seguía tranquilo con mi vida, sin ningún tipo de problema, yendo a la escuela, mientras en muchos lugares a pibes de mi edad desaparecían? Siento que viví en una burbuja hasta el año pasado.

Es verdad que no lo creía del todo, que sólo escuchaba rumores y demás. Pero tampoco nunca indagué en un rumor, nunca pregunté, nunca me interesé. Como un estado de negación. Ni siquiera cuestioné lo que estaba bien y lo que estaba mal. Las cosas son así, y así deben seguir. Ese creo que fue mi pensamiento. Pero ahora me entero que acá desaparecieron a gente también, que a una chica de acá, Lucía Tartaglia la chuparon en La Plata y se robaron a su bebé. Y me siento parte de toda esa masa de gente que se quedaba en su casa con los ojos tapados, festejando el mundial y tengo ganas de pedirle perdón a todo el mundo. ¿Y qué hacemos ahora con todo el dolor que nos quedó? Espero que estos hijos de puta paguen por lo que hicieron.


Me acuerdo cuando era chico y pasaba mis tardes en la casa de mi buen vecino Carlos… esas tardes merodeando por su biblioteca, escuchando a Miles Davis. Recuerdo cómo se quedaba horas y horas charlando con mi vieja sobre política, sobre la situación del país… a mi viejo no le gustaba un carajo, lo miraba mal cada vez que lo veía. Y si algo aprendí de Carlos es que hay que abrirse a cosas nuevas, y leer, aprender… hay que dejar que cada uno piense en lo que quiera, y por eso nunca me puse a discutir con mi viejo cuando se calentaba conmigo porque prefería leer en lugar de ir al campo con él… Como te extraño Carlos, me encantaría encontrarnos ahora que estoy haciendo mi propio camino, ahora que te puedo dar charla de muchas cosas gracias a todos los libros que me diste, siento que vas a estar un poco orgulloso de mi. Pasaron muchos años desde que te fuiste del pueblo, nunca más supe nada de vos… Espero encontrarte pronto.


Manuel Sacchi

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