viernes, 1 de marzo de 1985

DÍA 6-1985

Ya pasó un año desde que estoy viviendo en Santa Rosa. Me acabo de dar cuenta en este preciso momento que lo escribo. Muchos cambios acelerados me sucedieron: mi relación con la tía Laura, la carrera en la Universidad, nueva gente que conocí, Santa Rosa que de a poco empiezo a conocer.

El frenesí por la experiencia de la democracia no se puede comparar con mi vivencia en Jacinto Arauz. Estoy contento, creo. No lo puedo decir con precisión ya que los días se me escurren entre las manos. Lo que es cierto es que estoy en movimiento, y debe ser bueno. Pienso que el movimiento crea la historia. Bueno, no quiero decir que yo creo la historia, sería muy narcisista de mi parte… aunque si me muero o desaparezco, no tendría pruebas para constatar que el universo no desapareció conmigo. Tal vez sí soy narcisista. Escribir en un diario es de narcisista: hablo conmigo mismo de mí porque en el fondo no puedo hablar con nadie más sobre mí. Es una sociedad narcisista. Hay una euforia por mostrarse como uno cree que es. O como uno cree que le dijeron que es. Yo soy punk, yo peronista, yo soy rockero, yo un liberal, yo radical. Y yo, yo, yo. Y vos, ¿qué sos? Más bien, es una sociedad insegura. Pero creo que se entiende, se entiende que así sea. Mejor que sea una sociedad insegura y festiva, a que sea una sociedad insegura y con miedo. Eso sería terrible…

No quiero seguir divagando en pensamientos que aparecen a medida que aprieto las teclas. Además, hace calor acá. En un rato lo más probable es que me vaya a la pileta del Club Estudiantes. Se llena de gente, lindo ambiente, y tiene un trampolín excelente para practicar distintos saltos. ¡Menos mal que está el club!, este verano me iba a ir con unos compañeros a Mendoza, pero suspendimos el viaje por el tremendo terremoto del 26 de enero pasado. Qué tragedia, como 8 personas muertas y más de 200 heridas, miles de casas destrozadas. Aunque es una zona sísmica, quién hubiera imaginado que iba a llegar a los 7 grados. Las casas no estaban preparadas, fue un desastre… en fin, nos quedamos en Santa pero pudimos hacer muchas cosas, pasamos el verano con los chicos de la facu jugando a la pelota, caminando por la ciudad. Capaz que en estos días me dé una vuelta por Jacinto Arauz, hace rato que no veo a mi viejo… lo extraño mucho, pero estando allá no puedo ser yo mismo.


Manuel Sacchi

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