Me acabo de despertar un poco mareado todavía, con algo de resaca
que me perdura de la salida de anoche. Fui a Kascote con los chicos de Letras.
Pero es un buen momento para retomar con mi diario porque desde que comenzó 1986,
no lo había agarrado. Ya llevo dos años acá, linda experiencia, mucha gente
nueva y muchas cosas que me pasaron. Por suerte voy bien en la carrera, al día
por ahora. Si termino bien este año, posiblemente me anote de ayudante de
alguna materia. Como para hacer algo, aprender, y tal vez tener unos manguitos
propios. Así de a poco me voy independizando del paraguas de la Tía Laura.
Va bien nuestra relación. Pensé que iba a costar un poco más,
teniendo en cuenta su formación, su estructura, pero no, nos vamos entendiendo.
Seguramente le está haciendo bien la relación que está teniendo con este señor.
Todavía no formalizó, pero sé que va en serio porque va seguido al cine
Marconi. Además la vi en diferentes oportunidades tomando café con él en La
Capital. A propósito de esto, los otros días me preguntó si estaba al tanto de
las discusiones que se estaban llevando en el Congreso con respecto al
divorcio. Claro, en ese momento no entendí, pero me estaba preguntando porque
lo más probable es que tenga interés en casarse con este hombre. Si esas son
sus intenciones, en cualquier momento lo trae a casa y lo conozco. Me pone
contento que vaya bien, me gustaría tener un “tío”. Dos años estuvo vigente en
el país la ley del divorcio, durante el gobierno de Perón, y flor de bolomqui
se armó. Ahora se está discutiendo de nuevo, la posibilidad de que aquellas
personas que se hayan divorciado como mi tía, puedan casarse nuevamente. Ojala
se dé.
Este país es muy católico, va a generar mucha polémica si esta ley prospera, pero ha pasado mucho tiempo de los años 50 y se supone que hemos avanzado como sociedad. Además, la gente tiene que entender que cuando se inventó el casamiento la esperanza de vida era de 34 años, era de esperar que el amor sea “para siempre”. Igualmente, está bien jurar “amor por siempre”, si en ese momento efectivamente uno siente eso. Lo que no está bien es sostener que uno es de la misma manera para siempre. Por suerte cambiamos permanentemente, sino que aburrido sería todo. Ojalá que se apruebe esta ley. Quiero ver feliz a mi tía.
Este país es muy católico, va a generar mucha polémica si esta ley prospera, pero ha pasado mucho tiempo de los años 50 y se supone que hemos avanzado como sociedad. Además, la gente tiene que entender que cuando se inventó el casamiento la esperanza de vida era de 34 años, era de esperar que el amor sea “para siempre”. Igualmente, está bien jurar “amor por siempre”, si en ese momento efectivamente uno siente eso. Lo que no está bien es sostener que uno es de la misma manera para siempre. Por suerte cambiamos permanentemente, sino que aburrido sería todo. Ojalá que se apruebe esta ley. Quiero ver feliz a mi tía.
Ahora me voy a tirar un rato más en mi cama. Voy a dormir una
siestita, aún sigo agitado de anoche. Pero antes voy a leer un rato “El jardín
de los senderos que se bifurcan”, de Jorge Luis Borges, por dos motivos:
primero porque ese cuento me vuelva la cabeza, me hace entender que nada es
como es sino que hay infinitas posibilidades; y también me lo voy a leer en
homenaje, porque hace poquito falleció este increíble escritor. Espero que se
lo recuerde por lo que nos dejó, su majestuosa y alucinante obra y no por sus
posicionamientos políticos. Se lo ha criticado mucho por su postura
antiperonista, pero habría que recordarlo por lo que realmente sabía hacer:
pensar y escribir.
Manuel
Sacchi
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