lunes, 23 de junio de 1986

DÍA 11-1986

Me acabo de despertar un poco mareado todavía, con algo de resaca que me perdura de la salida de anoche. Fui a Kascote con los chicos de Letras. Pero es un buen momento para retomar con mi diario porque desde que comenzó 1986, no lo había agarrado. Ya llevo dos años acá, linda experiencia, mucha gente nueva y muchas cosas que me pasaron. Por suerte voy bien en la carrera, al día por ahora. Si termino bien este año, posiblemente me anote de ayudante de alguna materia. Como para hacer algo, aprender, y tal vez tener unos manguitos propios. Así de a poco me voy independizando del paraguas de la Tía Laura.

Va bien nuestra relación. Pensé que iba a costar un poco más, teniendo en cuenta su formación, su estructura, pero no, nos vamos entendiendo. Seguramente le está haciendo bien la relación que está teniendo con este señor. Todavía no formalizó, pero sé que va en serio porque va seguido al cine Marconi. Además la vi en diferentes oportunidades tomando café con él en La Capital. A propósito de esto, los otros días me preguntó si estaba al tanto de las discusiones que se estaban llevando en el Congreso con respecto al divorcio. Claro, en ese momento no entendí, pero me estaba preguntando porque lo más probable es que tenga interés en casarse con este hombre. Si esas son sus intenciones, en cualquier momento lo trae a casa y lo conozco. Me pone contento que vaya bien, me gustaría tener un “tío”. Dos años estuvo vigente en el país la ley del divorcio, durante el gobierno de Perón, y flor de bolomqui se armó. Ahora se está discutiendo de nuevo, la posibilidad de que aquellas personas que se hayan divorciado como mi tía, puedan casarse nuevamente. Ojala se dé. 

Este país es muy católico, va a generar mucha polémica si esta ley prospera, pero ha pasado mucho tiempo de los años 50 y se supone que hemos avanzado como sociedad. Además, la gente tiene que entender que cuando se inventó el casamiento la esperanza de vida era de 34 años, era de esperar que el amor sea “para siempre”. Igualmente, está bien jurar “amor por siempre”, si en ese momento efectivamente uno siente eso. Lo que no está bien es sostener que uno es de la misma manera para siempre. Por suerte cambiamos permanentemente, sino que aburrido sería todo. Ojalá que se apruebe esta ley. Quiero ver feliz a mi tía.


Ahora me voy a tirar un rato más en mi cama. Voy a dormir una siestita, aún sigo agitado de anoche. Pero antes voy a leer un rato “El jardín de los senderos que se bifurcan”, de Jorge Luis Borges, por dos motivos: primero porque ese cuento me vuelva la cabeza, me hace entender que nada es como es sino que hay infinitas posibilidades; y también me lo voy a leer en homenaje, porque hace poquito falleció este increíble escritor. Espero que se lo recuerde por lo que nos dejó, su majestuosa y alucinante obra y no por sus posicionamientos políticos. Se lo ha criticado mucho por su postura antiperonista, pero habría que recordarlo por lo que realmente sabía hacer: pensar y escribir.





Manuel Sacchi

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