domingo, 29 de junio de 1986

DÍA 12-1986

Euforia. Euforia por todos lados. Argentina campeón del mundial de México 86. Maradona el mejor jugador de todos los tiempos. “Barrilete cósmico, ¿de qué planeta viniste?”, lo sentenció Víctor Hugo Morales, para que quede marcado en la historia. Cuanta euforia, por dios, cuanta fiesta. Acaba de terminar la final, la victoria contra la Alemania Federal 3 a 2. Qué partidazo. Qué alegría.

Me vine corriendo inmediatamente, para dejar testimonio de este preciso momento. Ahora la gente se encuentra en el living festejando, a los abrazos, a los besos, a los toqueteos. Se lo merecía el país, se lo merecía después de todo lo que ha vivido. Tanta humillación, tantas tragedias y quilombos y amargura. Se merecía el país una alegría de esta dimensión.

Porque el pueblo está feliz. Y está feliz bien. No como en el 78 que según me contaron había dejado culpa en mucha gente. Una situación súper delicada del país y el pueblo olvidándose del momento que estaba viviendo. Ahora se puede relajar. Ahora todos nos podemos relajar y dejarnos llevar por la sensación de éxtasis que implica ganar un mundial, ser los mejores del mundo.

Siempre es extraña esa sensación. Sin embargo, no me gusta particularmente el fútbol, no soy un patriota empedernido, pero igualmente siento que levito en este momento, esperando la hora para ir a la Plaza San Martín y festejar con todos juntos. Es lindo que estemos todos juntos, pero a veces nos olvidamos quiénes somos. Lo que es lindo en realidad es olvidarse quién es uno (algo que nunca nadie va a saber jamás) y sentirse parte de algo más grande, para que, a partir de ahí, nos identifiquemos. En este caso, Argentina. Y encima, Argentina campeón. Somos argentinos y campeones, los mejores. Es lindo, es lindo también olvidarse de vez en cuando y dejarse llevar por una corriente que, en definitiva, es ilusoria.


Manuel Sacchi

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